DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR

abril 13, 2025

Bendición de las palmas y lectura de la Pasión.

Lecturas:
Lc 19, 28-40; Is 50, 4-7; Sal 21; Flp 2, 6-11; Lc 22, 14–23, 56.

1. El nombre del domingo con el que comienza la Semana Santa —Domingo de Ramos en la Pasión del Señor— indica los dos aspectos de la obra redentora de Jesús que culmina en Jerusalén:
Por un lado, su entrada triunfal en la ciudad, en medio de la alegría del pueblo, que —según relata el evangelio de Lucas— tiende sus mantos en el suelo para que pase el Mesías, mientras sus discípulos alaban a Dios y bendicen al “Rey que viene en nombre del Señor” (Lc 19, 37). Jesús es, pues, reconocido como el Mesías y Rey que viene a salvar a su pueblo. En Él se cumple la profecía de Zacarías (Za 9, 9-10): “¡Alégrate, Jerusalén! Mira a tu rey, justo y victorioso, humilde, montado en un burrito… Él proclamará la paz a las naciones.”

Pero días después, esa misma multitud que lo recibió jubilosamente, gritará enardecida ante Pilato: “¡Crucifícalo, crucifícalo!” Así comenzará su pasión y muerte en la cruz. Es la contradicción de las masas, que cambian de opinión de un momento a otro.

2. Jesús, el Mesías, viene a Jerusalén para cumplir la misión del Padre: salvar a la humanidad del pecado y de la muerte. Esto contradice las expectativas de sus discípulos, quienes esperaban un Mesías triunfante (Lc 19, 28-40), a pesar de que Jesús ya les había anunciado que, para realizar su obra redentora, debía sufrir y morir.
Ha venido a Jerusalén a padecer la pasión, que comienza con la institución de la Eucaristía en la Última Cena y culmina con su muerte en la cruz y su sepultura (Lc 22, 14–23, 56).

Jesús es el Siervo de Dios del que habla el profeta Isaías (Is 50, 4-7), obediente al Padre, que ofreció la espalda a los que lo golpeaban, la mejilla a los que arrancaban su barba, y no ocultó el rostro a quienes lo insultaban y escupían. Es también el del Salmo 21, que sufre maltrato y tortura, al que le reparten sus ropas y las echan a suerte, y que clama a Dios por su rescate.

3. Por supuesto, la liturgia no olvida que la pasión culmina en la resurrección. En la segunda lectura (Flp 2, 6-11), el apóstol Pablo nos presenta el llamado “himno del anonadamiento”:
Jesús, siendo Dios, se despojó de su gloria y “tomó la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallado en su porte exterior como hombre, se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble… y toda lengua proclame: Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Flp 2, 7-11).

Así también debe ser nuestra vida: con Cristo, del sufrimiento a la alegría, del dolor al gozo, de la muerte a la vida.
Como el Buen Ladrón, encuéntrate con Jesús en la cruz y alcanzarás la vida. Y como María Magdalena, encuéntralo resucitado y anúncialo a los demás con tu palabra y con tu vida.

El Papa Francisco, en su homilía para este domingo, enviada para ser leída por el celebrante, nos invita a imitar a Simón de Cirene, quien cargó con la cruz de Jesús camino al Calvario —quizás obligado, no del todo consciente. Pero nosotros sí: sigamos a Jesús durante esta Semana Santa, cargando con él la cruz, sabiendo que es la cruz de nuestros pecados.
Y hagámoslo en la compañía de María Dolorosa, a quien Él mismo nos regaló como Madre al pie de la cruz. Amén.

Deseo a todos una celebración de la Semana Santa colmada de abundantes frutos espirituales.

Los Teques, 13 de abril de 2025
Con mi afecto y bendición,

+ Freddy J. Fuenmayor S.
Obispo de Los Teques

Mañana, Lunes Santo, se celebrará la Misa Crismal en la Catedral a las 10:30 a.m.

Prensa Grupo Rosete

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