En la Francia del siglo XVIII, la morgue no era un sitio restringido. Cualquier persona podía visitarla, incluso niños, convirtiéndola en una atracción social.
Un vistazo al pasado: la morgue como espectáculo
En la actualidad, las morgues son espacios cerrados y de acceso limitado, pero en la Francia del siglo XVIII eran lugares de acceso público. La morgue de París, ubicada en la Grand Châtelet, albergaba los cuerpos hallados en calles y ríos para que sus familiares pudieran identificarlos. Sin embargo, su acceso irrestricto la convirtió en un macabro entretenimiento.
El origen del término «morgue»
El término «morgue» proviene del verbo del francés antiguo morguer, que significa «mirar solemnemente». Su raíz latina, murricare, se traduce como «hacer una mueca o puchero». Inicialmente, se utilizó para designar los sitios donde se exhibían cuerpos sin identificar.
Una atracción morbosa
A diferencia de la imagen solemne que hoy se asocia con las morgues, en el siglo XVIII su acceso era libre, sin restricciones de edad ni control. Se registraron días en los que hasta 40,000 personas visitaban el lugar, especialmente después de crímenes notorios. La morgue se convirtió en un punto de atracción para todas las clases sociales, con un público ansioso por observar los cadáveres.
El fin de la morgue como espectáculo
En 1864, la morgue de la Grand Châtelet fue demolida y reemplazada por una instalación más moderna, que incorporó prácticas forenses y un cuarto de autopsia. Con ello, la policía mejoró el manejo de la información sobre los fallecidos y su identificación. En 1907, se prohibieron las visitas públicas, consolidando la morgue como un espacio restringido y regulado.
Charles Dickens y su fascinación por la morgue
El escritor Charles Dickens fue un visitante frecuente de la morgue de París. En sus diarios, relató: «Una vista extraña que he contemplado muchas veces durante los últimos doce años».
Lo que alguna vez fue una atracción pública, hoy es un espacio reservado a la investigación forense y la identificación de fallecidos. La evolución de las morgues refleja cómo han cambiado las concepciones sobre la muerte y el respeto por los difuntos.